Este sistema no me protege.
Se buscan familias. Familias que pidan paella de verduras y denuncien, si se la dan con carne. Familias que limpien los domingos por la noche, cenen pizza preconizada, beban agua del grifo, y les guste. Familias dispuestas a pasarse los miércoles por la mañana llamando a fiscalía de menores, aunque nunca cojan el teléfono. Familias que acompañen a niñes o jóvenes que necesiten un hogar, que no unos padres. Porque no es lo mismo querer adoptar que aceptar acoger. Ni es lo mismo ser funcionario que ser Mary Poppins para rediseñar el nuevo modelo de acogimiento residencial de la Generalitat.
Cuatro intérpretes de entre 21 y 71 años se unen para hablar y bailar su historia, su generación y sus experiencias con el sistema de protección del menor.
Un puerta abierta a una intimidad ficcionada basada en hechos reales, un pasodoble de expedientes y una denuncia a Master Chef.
Muy buen trabajo de ejecución difícil, muy bien planteado por Aurora Diago y con mucha frescura. Porque el sentido del humor también está presente, tanto en las parodias irracionales como en los gestos de los intérpretes tras el telón de proyección cuando escuchan alguna afirmación con la que no están muy conformes. Desde luego que dan ganas de acoger a uno de esos menores tan vilipendiados por los prejuicios de la sociedad y el propio trabajo burocrático que dificulta más que ayuda. Procede un cambio del modelo. Pero radical. José Vicente Peiró, Las Provincias.