Una obra ácida, valiente y divertida sobre el acoso escolar.

«Esto son cosas de niños». «No les hagas caso». «Esto es envidia». «Si te pegan, se la devuelves». «Algo habrás hecho». «Ya pasará, ya pasará»… Pero nunca ocurrió. Se quedó en mí y, simplemente, aprendí a vivir con esto. A mirar a otro lado.

El bullying golpea en las aulas en casi la mitad de la infancia. La violencia aumenta su rango y perdurabilidad a causa del uso de las nuevas tecnologías y redes sociales, haciendo más difícil escapar de ella.

El abuso psicológico al que muchos menores son sometidos por un grupo, crea un aislamiento en la víctima, produciendo el fracaso escolar y patrones de conducta cercanos a la ansiedad y la depresión, llegando, en algunos casos, a poner fin a sus tempranas vidas.

«La violencia es intrínseca al ser humano». «Es algo inherente a nuestra especie». «El hombre es un lobo para el hombre». O no. El eterno duelo entre víctima y verdugo entra en conflicto con el tercer factor. El ojo del que mira. ¿Consiente y permite? ¿O actúa y denuncia? ¿Cobardía o supervivencia del más fuerte?

En Don’t be cruel planteamos preguntas y esperamos que el espectador encuentre sus respuestas.